Resumen
El estallido de la guerra entre España y Francia, tras la ejecución de Luis XVI, desató un clima de xenofobia y persecución en contra de los franceses que residían en Nueva España. La Sala del Crimen, el gobierno de la ciudad de México y el tribunal de la Inquisición instruyeron causas contra varios de ellos, acusándolos de secundar las máximas de la Revolución Francesa y de conspirar contra las legítimas autoridades. El famoso Ignacio Borunda, célebre por haber enredado al padre Mier con sus deducciones guadalupanas, quiso convertirse en detective y logró enmarañar una de las causas judiciales con una serie de conjeturas inverosímiles. A partir de este caso, divertido y patético a la vez, el artículo explora la situación política del momento, los temores y las expectativas del gobierno y la compleja relación entre la administración de justicia y los rumores públicos.