Resumen
Cuando los clérigos del arzobispado de México decidían emprender una carrera, en su búsqueda por integrarse al alto clero, con una serie de condiciones para tener posibilidades de éxito. Entre ellas se encontraban el grado de doctor, la residencia en la ciudad de México, la protección de padrinos influyentes y buenas relaciones con las autoridades virreinales. La buena cercanía con el arzobispo, en especial, podía ser determinante en el ascenso de los clérigos, ya que su poder e influencia en Madrid se traducía en las esperadas prebendas catedralicias. José Lanciego y Eguilaz (1712-1728), en particular, se destacó por su decidido apoyo al clero novohispano, en una época en que las condiciones políticas del imperio de Felipe V favorecían las aspiraciones de los americanos.